El Perú nace de lo profundo. De blanqui-rojo color.
Fiestas patrias 28-29 de Julio, 2013.
Que el diario educar sea nuestra bandera y ser mejores peruanas y peruanos.
Siete de mis doce años escolares lo hicimos ataviados con el uniforme kaki, nos daba una apariencia militar, felizmente en el último año coincidente con una Reforma educativa (o el intento) mudamos a un traje gris color que mantenía su limpieza.
Fuimos una Promoción que no marchó, como era clásico en el Desfile escolar del 27 de julio, ni participamos en las pruebas de tiro con fusiles Mauser, en el Polígono Muñiz, como era facultad del 5to año de secundaria en el curso de Instrucción Pre militar, vaya nombrecito del curso.
El amor patrio lo recordábamos todos los lunes con la formación y el Himno nacional en el Patio de Honor del Colegio, nos sentíamos orgullosos de nuestro escudo escolar, los galones rojos que significaban los años de estudio secundario y la cristina que cubría nuestro cabello.
Estudiamos en la GUE (Gran Unidad Escolar) Alfonso Ugarte y nos identificamos con el color granate y el acto heroico en el Morro de Arica. Somos orgullosos Ugartinos, un grupo humano, nuestra Promoción, muy unido y sensible, escolares que compartíamos las travesuras con el estudio. Nos señalan o comentan algunos amigos o personas extranjeras, que somos chauvinistas y exageramos nuestros 28 de julio, pienso que es un signo de diversidad. Más si recuerdo a mi padre, que llegó por esta fecha en 1928, vio un país embanderado, con bandas que animaban en las plazas, lo aprecio como un buen signo, le ofrecían una bienvenida. Bien vale un Perú. El punto que matiza es que somos un país heredero de una tradición militar de “golpes” de estado (en el momento que escribimos sobrevuelan la ciudad aviones de combate, 29 de julio tradición de Parada Militar); que deseamos desaparezca frente a una tradición cívica y democrática que no terminamos de construir. Es el camino...
A propósito de una encuesta Si el Perú fuera... (Ipsos – El Comercio), prefiero matizarlo, pensar que es el sentimiento más importante es la Esperanza (46%) sobre el Orgullo (55%); que las razones giran por el lado de los recursos y los paisajes naturales (31 y 38%), la historia y la cultura (35 y 37%) antes que sólo Machu Picchu y la gastronomía (47 y 48%). Más que los clásicos héroes militares de la Guerra del Pacífico (que lo perdimos), Grau (30%) y Bolognesi (10%) en héroes más anónimos; preferir el vóley (31%) al fútbol (53%). Uno último, preferencias por el chupe de camarones de Huáncano, en la vía Libertadores en la sierra de Ica al cebiche (46%), si tiene una virtud que ha sabido combinar con otras visiones culinarias como signo de diversidad, ergo el tiradito. Hoy un tema recurrente fija nuestra iconografía desde la construcción de figuras concéntricas, la espiral presente en la representación de Caral, la primera ciudad de América, o nuestra “marca Perú” (una P estilizada) o en la escarapela que ha circulado más profusamente en esta temporada.
En fin, que el sentimiento popular o la visión de abajo hacia arriba nos oriente, en un país donde pensemos más cercanamente a Arguedas que Vargas Llosa, un país de “todas las sangres”, que una globalización sin sentido. Que el diario educar sea nuestra bandera y ser mejores peruanas y peruanos.
Si bien nací en Lima, con los años y mis experiencias de viaje he aprendido que el Perú nace de lo profundo, en sus tierras andinas y se extiende hacia el océano y la selva, en sus poblados y en el calor de sus gentes, en saber escuchar y apreciar los significados simbólicos que construyen su identidad. Cómo sino, un pueblo que se preserva a 4200 metros de altitud, en una especie de balcón/terraza sobre una gran quebrada, casi inaccesible, donde hay casas de dos pisos con escalera exterior, en la sierra de La Libertad, es colindante a un Parque nacional, donde nuestra tarea era diseñar viviendas para guardabosques. Otro pueblo, en la frontera entre Huancavelica e Ica, recibe en su principal fiesta religiosa, Niño de Ayavi, once veces su población actual. Qué los “obliga” a vivir o a viajar a esos parajes, si no es el cariño a la buena tierra; tradición y culto, que debemos preservar y ampliar como nuestro ADN de país.
Abrazos patrios como signo de progreso e identidad.